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Miercoles, 06 January 2010 16:19 Varela
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Por Varela
En el horario estelar de televisión (entre 8 y 10 de la noche) al norteamericano promedio le gusta ver comedia y drama policíaco. El hispano prefiere la novela culebrón de lágrima y pañuelo. Pero en Miami nos proponen -- a la fuerza -- fantasía política. Digo a la fuerza porque se ha creado para contrarrestar el muermo del culebrón.
Dos dinámicos animadores de la TV local, María Elvira Salazar y Oscar Haza, se encargan de traernos un mundo de conspiración, heroísmo, deserción e intriga que no existe. Ellos sacan los nombres, les inflan los cargos, les exageran la importancia, les inventan un libreto y nos cuentan un cuento cada noche.
Tanto la expresentadora de noticias miamense como el locutor dominicano (que compiten desde canales opuestos) se apoyan en un grupito de productores inescrupulosos (intercambiables inclusive) que se ocupan de conseguir expertos, analistas, académicos y retirados. Dichos productores por lo general son recién llegados arribistas, hambrientos y desesperados por trascender en un ambiente donde no han sido bien recibidos.
Aunque desprovistos de toda ética periodística y sin un ápice de respeto por la comunidad donde viven, los dos programas fingen un mínimo de decencia. Por ejemplo, para el heroísmo militante no invitan a Frómeta sino a Posada Carriles. Los dos son vulgares delincuentes internacionales pero uno no ha tumbado avión y el otro sí. Ellos llevan al que tumba avión y se erizan ante las cámaras, juegan con las palabras y hacen confesiones con ojitos y voz rajada, halagando la impresionante personalidad de un asesino tumbador de avión.
Para que la hora no aburra, los dos telejuglares usan recursos oportunistas, según la audiencia. La Salazar trabaja sus largas piernas, las que mueve, cruza, entrecruza con perfecto timing siempre exhibiendo la porción de carne necesaria con la medida exacta de la falda sobre la rodilla. El Haza se apoya en algo más subliminal y cínico: es el portavoz de unas clínicas para viejitos, y a esa imagen de curandero local trata de sacarle el máximo, desde la credibilidad que no tiene hasta la comida gratis en el restaurante Versailles.
Cuando en uno de sus shows un temita pega y logran un puntaje alto, lo convierten en serie semanal hasta que el otro saca una baraja de la manga y así van improvisando, por la misma línea. El televidente -- desde luego -- sintoniza de acuerdo al grado de la previa propaganda ilusionista que le den a cada espectáculo.
Así vemos desfilar por sus pantallas una fauna donde abunda el consumado desertor -- siempre con secreto traído para la ocasión -- que es indistintamente guardaespalda, mucama, chofer, asistente, jardinero, cocinera, en fin, todo personaje que tenga algo que decir de la dirigencia cubana, sea verdad o no, la "credibilidad" se le da al oficio, no al verbo ni al dato. Y allí se revelan supuestas intimidades, gusticos personales, viandas o frutas, marcas de cigarro, tipo de ropa interior, talla de zapatos, música (casi siempre americana) y hasta algunos erotismos reescritos con maldad. Cualquier bobería es bienvenida. Siempre que sea bobería televisiva.
En realidad - valga la redundancia -- son reality shows que llevan los ingredientes del absurdo y la aberración politizada. Recuerdo cuando escribí para María Elvira en el 2006. Entre varios proyectos de programas que me compró, hubo uno especialmente grotesco y tonto: las relaciones sexuales de militares cubanos con animales, y a ella le gustó. Inventé un personaje -- jefe siempre -- que supuestamente estuvo en el ejército cubano, acantonado no se sabe dónde y a falta de contacto femenino tuvo que buscarse una yegua. Se le pagó a un actor, se le puso una capucha (comprada por mí) y ante un podio recitó mi libreto de memoria. Esa noche se logró 9 puntos de rating (la noche anterior hubo sólo 4).
Se pensó seguir con los animales pero entonces Haza anunció revelar un secreto sexual sobre un dirigente cubano por medio de una exnovia que acababa de llegar. Allí mismo Salazar me dijo que ya no quería jefes hablando de yeguas sino yeguas hablando de jefes. Y se procedió a buscar la yegua que hablase. Yo perdí interés y pasé a hacer otras cosas en mi vida pero creo que encontraron la yegua. Y enseguida la competencia se puso a buscar un potro que hablase de una mujer dirigente. Y así siguen todavía, según los ratings...
José Varela, nacido en Cuba 1955, caricaturista editorial en Miami durante 15 años con la revista Éxito (1991-97) y El Nuevo Herald (1993-2006). Es publicista y escritor de televisión. Es miembro del equipo de Progreso Semanal.
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