
Por Varela
Si una cosa sabe hacer Emilio Estefan, además de dinero, es propaganda. En los años 90 él y Gloria se retrataron en la portada del Herald con un cheque de donación para cierta causa del tamaño de una pizarra de escuela.
Yo les hice una caricatura donde ellos van en su Rolls-Royce y en una esquina hay un mendigo con un letrero que dice: "Trabajo por comida". Ellos bajan la ventanilla y le contestan al mendigo: "Y nosotros donamos a cambio de publicidad".
Ambos se quejaron de mí con David Lawrence, cuando aquello el Publisher de la firma Herald. El publisher me llamó y me preguntó que si yo tenía algo personal contra los Estefan porque les había acabado de chotear su donación. Le contesté que no, que yo no tenía nada contra ellos sino contra el periódico, por ponerlos en primera página con aquel cheque tan ridículamente grande, ya que la filantropía, mientras más anónima, más gloriosa. Lawrence se rió, aceptó y me colgó.
Ahora yo me pregunto, ¿Luis Posada Carriles tendrá algo contra los Estefan? Porque les acaba de relajear la marcha que ellos organizaron en Calle 8, vestido de Damo de Blanco. Es exactamente igual que si un depredador sexual se disfraza de Santa Claus en medio de un centro comercial para retratarse con niños sentados en sus piernas.
De que si hubo cien mil asistentes o no (que no los hubo desde luego, pero eso no viene al caso porque en Miami todo se infla, desde el resumé político, pasando por la cuenta del banco y el valor de la casa hasta los invitados de fiestas) y de que si los Estefan querían de verdad hacer algo por alguien en Cuba o por ellos mismos en Miami minimizando el concierto de Calle 13 en la Arena de American Airlines, todo está por ver.
Los Estefan, maestros de las relaciones públicas, si de veras hubieran querido enviar un mensaje contundente sobre algo en Cuba hubieran convocado su marcha un domingo donde hubiera ido el doble de gente y no precisamente el jueves del concierto de la Arena donde ellos tienen su restaurante Bongos y por ende, ganancias; eso es lógica y sentido común.
Tal razonamiento me lleva a la conclusión (puedo equivocarme) de que estos juglares enriquecidos mataron dos pájaros de un tiro: taparon lo del concierto en la Arena (que recibió cobertura mínima en la prensa) y a la vez se apuntaron un numerito patriótico con la marcha. De la defensiva pasaron a la ofensiva. O sea, de tener que explicar si ellos tenían ganancias en el espectáculo de unos músicos que acaban de venir de un concierto multitudinario en el malecón de La Habana, los Estefan se vistieron de héroes locales. Una jugada maestra.
Pero (no todo es perfecto en esta vida) una sola imagen echó a perder todo un trabajo. No importa si a la marcha fueron la Arquidiócesis de Miami, los Boy-Scouts de Opa-locka y los Santeros de Hialeah, quien no debió ir fue Posada Carriles. Sí, ya sé que este país es libre y que todo el mundo tiene derecho a vestirse de blanco y salir a la calle pero ese día, por pudor acaso, el anciano terrorista debió quedarse en casa en pijama y más cuando todavía tiene un juicio pendiente con la justicia norteamericana.
Como dicen que una imagen vale más que cien palabras, Posada Carriles de blanco vestido en Calle 8 fue más dañino para las Damas de Blanco que cuando Laura Pollán (la líder de ellas) confesara ante una cámara de video -- en una pifia monstruosa -- que recibía dinero de Santiago Álvarez, un hombre al que los federales le confiscaron en su casa fusiles, granadas y bazookas, no precisamente gladiolos
No hay comentarios:
Publicar un comentario